Óleo sobre papel.
92 x 70 cms.
2008.
Para aquella vez que me oriné en los pantalones y mis compañeros se burlaron de mí. Obvio, yo también me mofé cuando uno de los chicos más pequeños se defecó encima, cuando lloraba y quería irse a la casa. También vi como otros levantaban las faldas de las niñas ó abrían cucarrones para sacarle los huevesillos. Estuve cuando quemábamos timbres, mariposas negras, fumábamos cigarrillos a escondidas o robábamos dinero de la billetera de papá.
Que delicia era entonces la carencia de moral, cuando lo único que no es más fuerte que el regaño de los padres, es la más poderosa intención de la curiosidad. El niño es un sujeto carente del problema de la responsabilidad, pues ésta pasa a ser un valuarte insignificante para un diablillo de nueve años que hace caer a su compañerito de la bicicleta, causándole graves contusiones.
Todos tuvimos aquella sed irreprimible de la guerra de comida, del escupitajo en el rostro, del beso robado, del chinche en la silla; es la pueril vida.
1 comentario:
great week
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