miércoles, noviembre 5

Héroes.

Barren, los héroes de la necesidad, estos asuntos del mal que tanto nos presionan, nos sacuden, nos envenenan. Y mediante encuestas demuestran qué grande es el país, por donde fluye el Magdalena, simpático, con su monto de folclor y semillas para rato.

Enhorabuena, pues ha llegado el adalid, cuyo instinto y soberbia nos libra de todo mal; mal ruin, cosechando bienvenidas donde quiera que te sientas, donde quiera que operas, ¡Alabado! Pues tu gran gatillo erradica el bajo instinto que la pobre disidencia compara al digno vivir.

Que grande eres, pueblo, que tu mente se gobierna por si sola y sin querella; Can diestro sin reserva, como buen perro no lamentas el pan que te brinda el grande, como la antigua historia vieja.

Y heme aquí, copista de canto en canto, fabulando un buen rato, en un pasmo mal nacido y sin mucho que vivir. En un lugar tan sátrapa, tan enclaustrado en su vieja esencia, en su viejo mármol, oxidándose en estiércol, caducando, cierto, y los mismos siguen allá gobernando sin recelo mientras nosotros ¡oh pueblo! acariciamos el producto que nos venden allá lejos, ¡oh pueblo! En un fortuito pasillo de la muerte, del encierro, pútrida estancia, lamentando el sollozo que tan fatídico día mereciste descubrir en ti, a un pueblo ciego cuando toca, por no decir.

Pero no todo es mal, pues de cuando en cuando me vienen buenas nuevas; Gallup y RCN cobijan mi pesar, me atienden, me mecen en una antesala parecida a la del club el Nogal. Y tu, allá mirando en la jungla, en el pozo séptico, el caserío o el llano arbusto, atiende las suplicas que vuestro poder comanda, aléjate del terrorismo que está ya por acabar, en una era de enredos, Messenger e iMacs.

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