sábado, abril 19

Con un vodka en la cabeza.


Reflexión

Con un vodka en la cabeza, otro en las piernas y otro en la camisa (ambos derramados), comienzo hablando del dolor. Mejor de la melancolía. Si, la melancolía es más trigueña y encantadora, aunque tiene sutiles tonos azules que engendran recuerdos de inframundo, de confín, de tundra espantada e inhabitable.

La melancolía es un trabajoso sistema sentimental que abarca cualquier erudición y ciencia; No es fácil estudiarla, mas sin embargo yo lanzo conjeturas que representan un universo en sí mismo. Ya sé lo que piensan; ‘otro bastardo hablando de padecimiento y de pena, en un país al que le sobra el dolor, largo imbécil ¡largo!’.

Pero aquí estoy, escribiendo y restregándoles la maldita indigestión que pulula de mis entrañas. Como oler los aromas del pavimento cuando caen las primeras gotas de lluvia, inevitable, el dulce olor que sale de la suciedad urbana.

No sé, supongo que solo especulo, que más da, es una suposición, una incertidumbre, y nosotros (yo) siempre intentando dominarla.

Pues bien, la melancolía se me ha atravesado hoy en el camino. No esperaba encontrármela, tan bien puestesita, tan limpia y cruel. Y a causa de una depresión inimaginable, escribo un par de versos prosaicos de dudosa calidad, que solo llenan un vacío inagotable de vacío.

Aghh, impuro y malsano, melancólico indómito y terrible suplicio que ahoga mis alegrías, las sustituye por vergüenzas, por rostros desfigurados, por aberrantes fríos, nevados, hielos, Si ¿Hasta cuando pútrido corazón? ¿Por qué me embadurnas de un intenso recuerdo, de la nada, recuerdo de un algo que nunca acontece?

Solo recibo la melancolía con un punzante júbilo, porque tengo algo que anotar, algo que escribir, aparte de estar en una mugrienta situación, que me hiere, me corrompe y me mata.

¿Hasta cuando siniestro martirio, me tendrás en vilo, tolerando plagado del terrible suplicio, y cuando dejaré de ser yo, persona non grata en mi mundo cautivo?

Manuel Hernández, una noche cualquiera.

1 comentario:

Carmen Catalan dijo...

que noche cualquiera la tuya...